miércoles, 5 de diciembre de 2012

CLAUDIA

La negociación estaba siendo dura. Esta vez el malvado Péndelton había atrapado a Sergio y Claudia no sabía (todavía) como resolver la situación.

Tres matones vigilaban la parte delantera de la explanada que terminaba en un muro infranqueable, por lo que no había más opciones que deshacerse de ellos de alguna forma y entrar a cara descubierta para liberar a su amigo. 

- Vamos Claudia, tiene que haber una manera - se decía a si misma mientras observaba la puerta de entrada. 

De repente recordó lo que su padre le dijo una vez y que tanto le había servido a lo largo de su vida (aunque en circunstancias muy diferentes): "Para resolver un problema que se te ha enquistado hay que abstraerse, salir del problema e imaginarse que uno es un mero observador, así puedes quitar presión a tu propia mente y verás como las soluciones vienen solas."

Claudia cerró los ojos y pudo sentir como veía la escena desde las alturas. Observó que podía acercarse a escondidas hasta apenas medio metro de los guardianes. En las distancias cortas no tenía rival con su  (bastón de lucha con el que su maestro de artes marciales le había instruido). Una vez llegados a este punto podría entrar sin hacer mucho ruido y utilizar el factor sorpresa para llegar al cuarto donde tenían cautivo a Sergio. Allí podría abrir la cerradura con la masa explosiva que su madre, experta en hechizos y brujería, le había dado antes de dejarla marchar entre lágrimas. El problema era que en este punto la explosión la delataría y no sabía el estado en que se encontraba Sergio para contar con su ayuda en un posible enfrentamiento con Péndelton. Pero no había muchas más opciones, una vez ahí habría que improvisar.

- Bien vamos allá - se dijo con convicción y comenzó con su plan de rescate.


- ¡Claudia! es hora de cenar, recoge los juguetes que tenemos que poner la mesa.

La niña miró a su padre con resignación y le pidió dejar los juguetes en la posición en la que estaban; ya que tenía que rescatar a Sergio como fuera.

- Está bien, pero se va a tener que esperar a después de cenar. Además seguro que lo puedes salvar facilmente, creo que el señor Péndelton no soporta las serpientes y veo que hay una justo detrás de tu muñeca en el cajón de los bichos. Te vendría bien llevártela.

- ¡Claro! - se le había escapado ese pequeño detalle, pero es que todavía era muy pequeña para saberlo todo, aunque estas aventuras le hacían aprender bastante rápido.

DR. BARNEKOW

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