jueves, 28 de febrero de 2013

MADRID Z 3. POR LA CALLE DE ALCALÁ



La noche les pone nerviosos. Empiezan a amontonarse alrededor de la fuente de Cibeles y alguno llega a subir. Yo no me atrevo a mucho todavía, lo más gordo que he aplastado en mi vida es alguna cucaracha de las rojas y me dio bastante asco, así que no se si sería capaz de atravesar cabezas alegremente como en las películas de zombis.

Mis compañeros de fuente empiezan a empujar a los que se suben. Yo les señalo la parte de la plaza que está a nuestras espaldas donde todavía no hay casi bichos y por donde podríamos salir corriendo, pero ellos me dicen que están muy mayores para correr y que no se van a mover de allí. “Pues yo aquí no me quedo”. Les digo que me voy, me dicen que adiós y de un salto, sin llegar a mojarme, llego de nuevo al asfalto para salir corriendo en dirección a la Puerta de Alcalá. No me da tiempo a sentirme culpable por abandonarles, hay que sobrevivir. Tampoco he tenido tiempo de reflexionar sobre la situación, de sentirme asustado, de llorar, de descansar…

Voy pensando en dormir en un árbol del Parque del Retiro pero la simple idea de meterme en un bosque oscuro lleno de “cosas” que intentan comerme me da escalofríos así que tendré que buscarme alguna alternativa.

Metido en mis pensamientos no me he dado cuenta de que voy corriendo por la acera y de repente aparecen unos cuantos “amigos” de una esquina con los ojos en sangre dirigiéndose hacia a mi. Me quedo paralizado y salto la pequeña valla que me separa del asfalto con tan mala suerte que piso una alcantarilla y me hago daño en el pie. Cagada. Como lo último que quiero es ser alimento de zombis, mi cerebro piensa más rápido de lo normal y veo a los pocos metros un coche con la puerta abierta… de los tantos que hay por en medio de la calle. Debo ser un poco tonto porque no creo que exista sitio más cómodo y seguro que un coche bien cerrado con los asientos tumbados y ni siquiera había pensado en ello.

Subo al coche, miro los asientos traseros para no encontrarme sorpresas, cierro los seguros y me pongo en el asiento de atrás, que tiene los cristales tintados. Estoy alerta por si me han seguido pero pasan los minutos y nadie me ataca, parece que nos han tocado zombis de esos torpones, de los que cuando ves una película no te explicas como atrapan a la gente ni como han conseguido conquistar el mundo. Aún así son mayoría y eso me perturba. Me acomodo y cierro los ojos intentando dormir. 



 CONTINUARÁ...

DR. BARNEKOW

jueves, 21 de febrero de 2013

MADRID Z 2. EL REGAZO DE CIBELES



Subido en la estatua de la diosa Cibeles y rodeado de una horda de bichos me imagino que soy el capitán del Madrid levantando la Copa de Europa, pero solamente me lo imagino. Todavía no tengo mucha confianza con las otras 3 personas vivas que me han ayudado a subirme. Ellos ya tienen sitio cogido para dormir a salvo, yo me lo tengo que buscar, pero hay bastante más superficie que en el madroño de bronce puntiagudo.

Hace rato mientras sonaban las nueve campanadas en la Puerta del Sol me dí cuenta de que todos se quedaban hipnotizados buscando el origen del sonido, es más, tardaban como un minuto en volver a pensar en carne fresca que llevarse a la boca. Esperé una hora y probé a acercarme a ellos con cautela mientras sonaban las diez; no me hicieron ni caso hasta un minuto después de terminar las campanadas, además eso les hacía avanzar hacia el reloj y alejarse de mí, lo que me dejaba la calle Alcalá despejada hasta donde me alcanzaba la vista. Conclusión: salir por patas a las once en punto de la noche.

Dicho y hecho. Mi carrera debía evitar las calles estrechas y tenía que intentar llegar hasta la estación de Atocha, donde seguramente podría entrar a las vías para volver a casa a pie o incluso robar un tren, las posibilidades serían infinitas. Pero todo se torció cuando, según me han contado, la “manifestación contra los aranceles para la exportación del caracol tigre” se convirtió en una manifestación zombi de miles de individuos (decenas según las autoridades) y empezó a vagar sin rumbo desde la Glorieta de Carlos V hasta pasada la plaza de Neptuno. Incluso me imagino a alguno de ellos admirando los cuadros del Museo del Prado y haciendo una reflexión crítica de la obra de Goya.

La cosa fue que me topé de frente con unos cuantos monstruos desperdigados y tuve que avanzar como un jugador de fútbol americano con la vista puesta en trepar a la estatua donde unos desconocidos me animaban efusivamente. La elegancia de los que intentaban cazarme me llevó a pensar que serían trabajadores del Banco de España que salieron a fumar un cigarro y entendieron que el tabaco mata, o funcionarios del ayuntamiento que no tendrían mucho que hacer ese día.

Dos de mis nuevos amigos se han estirado encima de los leones y otro junto a los pies de la estatua, yo hago la primera guardia y me siento en el regazo de la Cibeles… parezco el niño Jesús.


 CONTINUARÁ...

DR. BARNEKOW

jueves, 14 de febrero de 2013

MADRID Z 1. SOBRE EL MADROÑO

Pues aquí me encuentro, encaramado al madroño que sujeta el oso en la Puerta del Sol. Hace un par de horas llenaba a toda prisa mi mochila en una tienda de alimentación que hay cerca del metro de Latina y salía corriendo sin mirar atrás... ahora reflexiono sobre ello, sobre como he corrido por las calles hasta desembocar en Sol y encontrarme justo al lado de la estatua más popular de Madrid sin salida posible. Me perseguían por detrás desde hace rato y me los encontré de frente justo aquí, así que no hubo más remedio que trepar por el oso y el árbol de bronce y rezar para que ellos no supieran subir.

Ahora tengo el culo dormido, estoy incomodo porque me clavo la punta del jodido madroño y no tengo escapatoria, pero por lo menos estoy a salvo, ya estoy seguro de que no saben trepar. Así que de momento no me muevo de aquí. La Puerta del Sol está repleta de zombis como si del 15M se tratase y unos cuantos estiran los brazos torpemente, intentando alcanzarme. Este gesto me resulta un poco cómico porque no se dan cuenta de que no les van a crecer los brazos por mucho que los levanten.

Me levanto con cuidado y me estiro, he bebido mucha agua después de la carrera que me he pegado y ahora hay que evacuar. Así que intentando no manchar mi asiento descubro un entretenimiento bastante divertido: "Mear cabezas de zombis". He contado 8 cabezas de zombi meadas hasta que se me ha terminado el chorro. Justo cuando me estoy abrochando para volver a acomodarme en la punta del madroño oigo unos gritos que vienen de uno de los balcones de enfrente.

Por lo menos han respetado mi momento de intimidad.

Me dicen que me van a tirar una cuerda para que la ate a la estatua e intente trepar, pero yo no lo veo. Prefiero quedarme en mi sitio a ver si "estos" se cansan y se piran o se comen entre ellos. Me insisten, pero les digo que voy a esperar un poco a ver si se pasa todo. Me siento y saco el libro que tengo a medio leer: "El principito". Me jode haber elegido este libro porque no voy a tener mucho con que entretenerme. El día que lo elegí tuve en la otra mano "Guerra y paz", ahora me vendría bien por si esto se alarga, pero la verdad es que mejor me vendría un cojín.

Ante la insistencia de mis vecinos por ayudarme y viendo venir la noche les pido una almohada o algo blando donde poder acomodarme. La primera almohada cae en la cabeza de un zombi que pasaba por allí, era demasiado ligera como para recorrer la distancia entre el balcón y la estatua. Lo segundo que me lanzan es un cojín cuadrado que viene dando vueltas hacia mí. Al estirar el brazo me desequilibro y estoy a punto de caer encima de mis amigos de los brazos estirados, pero consigo salvar la caída... y el cojín. Les doy mil gracias a mis vecinos.

Ahora estoy un poco menos incómodo pero no consigo imaginar como podría dormir y la noche está al llegar. Creo que va a ser difícil salir de aquí y solamente me quedan quince páginas para terminar el libro. Dan las nueve en el famoso reloj de Sol y me doy cuenta de algo en lo que no me había fijado hasta ahora.


CONTINUARÁ!!!
DR. BARNEKOW

jueves, 7 de febrero de 2013

GINTONIC DE MÁS


En estas dos horas me he bebido algún que otro Gintonic y (si estoy escribiendo esto ahora mismo) creo que incluso alguno más de los que debiera. Sólo escucho la música de fondo de una estación de radio de piano, que me relaja, no lo voy a negar, pero temo que dejé volar mi cabeza ayudado por los Gintonics bebidos.


Desde que me senté en mi silla estoy pensando acerca de lo mismo, dando vueltas a lo mismo. Se que en un par de meses mi vida cambiará, lo se y lo admito, bueno, no lo quiero aceptar pero no hay mas cojones que admitir que lo hará, no puedo luchar contra ello. Vida 1 – escritor con Gintonic de más 0. Tu ganas.


Esto me hace pensar en todo lo que he vivido en esta etapa de mi vida, han pasado muchos años, muchas personas, experiencias, anécdotas, sonrisas y lagrimas. No puedes evitar el pensar "que hubiese pasado si" o "donde estaría yo si hubiese enviado ese email" o si hubiese contestado "si" en vez de "no".


En la estación de radio de piano están poniendo la canción favorita de una de esas decisiones, de una de esas cosas en las que el destino te apuñala por la espalda y no te quita la estocada, dejándola tan dentro que cualquier movimiento hacia adelante la notas como una vieja cicatriz, como un dolor del que sabes, como tu futuro, hay que saberlo sobrellevar.

5 párrafos escritos y no he dicho todavía nada, sinceramente no era mi intención hacerlo, solo comentar que hay alguien en medio de Alemania, con unos Gintonics de más, que se estaba acordando de una decisión pasada que todavía lleva encima en el presente y que por más que cambie su futuro, seguirá estando ahí.



PASSANI