martes, 30 de julio de 2013

EL TIEMPO

El tiempo te devora y te empuja a lo inmediato, a veces no te deja respirar. Te obliga a tomar decisiones.

El tiempo vuela, corre, huye de nosotros y no vuelve. Lo que el tiempo no ha querido que hagas, se queda sin hacer.

Porque el tiempo es implacable, inapelable, es el que mueve el mundo y el que lo detiene en un segundo.

El tiempo es el que tiene que darte la oportunidad de aprovecharlo. El tiempo pasa por nuestras vidas dejando cosas por hacer.

Es tiempo de dominar al tiempo.



DR. BARNEKOW

jueves, 18 de julio de 2013

TURNEDO Y EL DÍA QUE NO NEVÓ

El día que no nevó llovió. Hizo frío pero eso no impidió que la vida siguiese. 

El día que no nevó se despertó a la hora de siempre, salió por la puerta a la hora de siempre y entró a trabajar a la hora de siempre. Pasó el día como pasa siempre y llegó la hora de salir... como siempre llega.

Pero el día que no nevó no volvió camino a casa, el día que no nevó fue a verla, después de poco más de dos semanas que se habían convertido en siglos. La ansiedad inundaba el autobús, el metro, las calles; y aunque le gustaba llegar a los sitios sin tener que preguntar, ese día lo hizo tres veces. 

Al pasar por la puerta buscó nervioso las indicaciones que ella le había dado y a los pocos minutos abrió la puerta donde le esperaba. 

Había más gente en aquella habitación, lo que le impidió mostrarse como lo hizo la última vez; aun así no podía ocultar en su mirada la mezcla de amor y deseo que le perseguía desde hacía años. La situación hizo que se enfriara como el día que no nevó hizo con Madrid.

Luego estuvieron a solas, luego la tuvo entre los brazos y ella le tuvo a él. Era sorprendente como compartían momentos que les aislaban del mundo, como durante unos minutos en el hueco de aquella escalera no existían más que sus miradas y sus besos.

El día que no nevó tuvo que volver a la realidad. La tristeza inundaba el autobús, el metro, las calles y su casa. Por alguna extraña razón los dos seguían enganchados sin remedio, pero ese día demostró que aunque no nieve, no llueva o no haga sol la vida sigue.

Poco después, un día que no llovió pero tampoco nevó, él escribió: "Siento mucho decirte esto ahora y a estas alturas pero no puedo dejarlo pasar... te echo mucho de menos."

Y la antepenúltima tarde de enero, con el cielo enrojecido mientras sonaba la parte instrumental de Turnedo recibió: "Como me gustaría abrazarte... y tumbarme en tu pecho... y escucharte... y abrazarte... y así repetidamente."

De alguna forma extraña todo empezó de nuevo.



ANÓNIMO